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Ha pasado mucho tiempo desde mi último artículo, y es que a medida que avanza este cuarto curso de mi carrera, el tiempo se vuelve un recurso cada vez más escaso. No obstante, a petición de un amigo he decidido remover cielo y tierra para encontrar un poco de tiempo y terminar de hablar sobre la ortografía. En la primera parte de este artículo discutíamos sobre la reforma de la ortografía, ahora vamos a proponer una reforma sencilla a modo de ejemplo.

 

Lo primero que debemos hacer es localizar las letras que se pronuncian igual en castellano. Así, tendríamos la “b” y la “v” en primer lugar. Por otra parte, están la “j” y la “g” en “ge” y “gi” contra “je” y “ji”. Así mismo, están la “q”, la “k” y la “c” (en “ca”, “co”, “cu”) y la “z” y la “c” (en “ce” “ci”). Finalmente, están La “y” y la “ll”. Por otra parte, la “y” y la “i” a veces también tienen pronunciación coincidente en ciertos casos. Además, existe la letra “h” y la “w”, que también merecen ser tratadas por su escasa utilidad. Finalmente, haré una breve mención al sistema de acentos.

 

Me parece que la modificación más sencilla y lógica sería eliminar la “h”. Esta letra no se corresponde con ningún sonido, y si la escritura refleja el habla, no tiene sentido que exista un signo que no se pronuncia. Es más, esta letra por lo que he leído apenas se pronunció a lo largo de nuestra historia. Según Nebrija, se usó en su día para representar una “j” aspirada, pero este uso se perdió pronto. También se usaba para distinguir la pronunciación de la “v” (como dije en la parte primera de este tema, a veces se pronunciaba consonántica y a veces como nuestra “u”) y según llevara “h” o no se permitía distinguir. Este uso se hizo innecesario cuando se creó y generalizó el uso de la “u” y se reservó la “v” para el sonido consonántico. También tuvo un tercer uso, mucho más erudito: Representar la pérdida de un sonido latino, la “f” inicial (muchas palabras que empiezan por “f” en latín perdieron la pronunciación, y para representar que ahí antes se pronunciaba algo pusieron la “h”, en un alarde de pedantería). Pues bien, personalmente no veo razón alguna para mantenerla, pues solo lleva a confusión.

 

Tratemos ahora el tema de la “w”. ¿Alguien conoce alguna palabra que se escriba con “w” aparte de whisky? No se me ocurre ninguna, y whisky se acepta escrita como güisqui, y hasta creo que se recomienda aunque nadie le haga caso. Esta letra no se usa prácticamente para nada más que para nombres de personas y lugares extranjeros. Es más, este fue su origen según tengo entendido: Se introdujo para representar los nombres de los reyes godos como Wamba. Es una letra bastante inútil pues, que no existe en palabras nacionales, así que se podría quitar y sustituir por gua, güe, güi, guo, gu, aunque este sería un cambio menor que afectaría poco. Por otra parte, me planteo hasta que punto sería útil, pues dado que se usa para nombres extranjeros, al escribirlo en español de una manera diferente, podríamos llevar a confusiones cuando esos extranjeros vinieran a España o cuando nosotros fuéramos a esos países… yo propondría eliminarla de las pocas palabras que no sean nombres de sitios o de personas, y dejarla para topónimos extranjeros y nombres por esa razón.

 

A continuación hablaremos de la “v” y la “b”.  Hasta no hace mucho la “v” se pronunció como una “bf”, es decir, había que intentar hacer una “f” detrás de la “b”, grosso modo, para pronunciarla. Ya nadie lo distingue, la “v” ha pasado a pronunciarse como la “b”. Solo en ciertos sitios donde el castellano convive con otras lenguas que sí distinguen entre “v” y “b” (Cataluña por ejemplo) hay algunas personas que al hablar castellano también distinguen. Personalmente creo que si la “v” ha perdido su pronunciación y ha pasado a pronunciarse como la “b”, esta letra debería ser eliminada. Además, debo recordar que en latín la “v” cumplía la función de “u” y de “v”, y que luego se generó la “u” a partir de la “v” para diferenciar. Por eso, eliminar la “v” no supondría su desaparición, porque la “u” sigue existiendo como hija suya, o como mutación si se prefiere.

 

Podemos hablar ahora de la “ll” y la “y”. En este caso pasó algo similar a lo que ocurrió con la “b” y la “v”. La “ll” antes se pronunciaba más o menos “yi”. Es decir, detrás de la “ll” había que pronunciar una especie de “i” para diferenciar. Hoy la “ll” se pronuncia como la “y”, por eso creo que la “ll” debería de desaparecer y pasar a escribirse este sonido siempre con “y”. Se podría dejar la “ll” y eliminar la “y”, no sería un gran cambio. No obstante, dado que ha sido la “ll” la que ha perdido su pronunciación, y que la “ll” no cumple el principio de una letra un sonido (son dos letras), unido al hecho de que es más fácil escribir la “y” en mi opinión, me hacen decantarme por la “ll” como letra a eliminar.

 

En cuanto al tema de la “y” y la “i”, cuando “y” tiene pronunciación vocálica, no me parece un gran problema. Esta coincidencia sigue siempre las mismas reglas, “y” es la conjunción, “i” se utiliza en el resto de casos. Solamente al final de la palabra puede aparecer una “y” con valor vocálico, como en rey. Sin embargo, estos casos se limitan me parece, a cuando la palabra acaba en dos vocales y la “y” no está acentuada, en el resto de los casos se escribe “i” (aunque no estoy seguro al respecto, debo admitir). Por eso no sería un gran problema mantener esta distinción, aunque visto al revés, tampoco costaría mucho no mantenerla. Se trataría de establecer que la “i” vocálica se escribiera siempre con “i” salvo cuando fuera la conjunción “y”, para evitar problemas. Este cambio tendría precedentes históricos, pues si se leen textos de castellano antiguo como El Cantar del Mio Cid se puede ver que rey lo escriben “rei” en muchos casos.

 

Respecto de la “j” y la “g”, me gustaría preguntaros si alguna vez os habéis planteado el lío que estas letras montan sin necesidad. Vamos a ver: Como “ge” y “gi” se pronuncian distinto de “ga”, “go”, “gu”,  pues se pronuncian igual que la “j” en “je” y “ji”, es necesario crear un nuevo signo para representar el sonido “ge” y el sonido “gi”. Si no se pronunciaran “ge” y “gi” como lo hacen, sino como aparentemente deberían, no habría este problema. Entonces usamos “gue” y “gui” para escribir lo que debería escribirse con “ge” y “gi”, pero que no es posible porque “ge” y “gi” ya están ocupados por otro sonido. Por eso hacemos la “u” muda. Lo gracioso viene a continuación: Entonces, como “gue” y “gui” están cubriendo el sonido “ge”, “gi”, tenemos que inventarnos otra manera de escribir los sonidos “gue” y “gui” (pronunciando la u, esto es, pronúnciese la “g” como en “ga”, “go”, “gu”, luego la “u” y luego la “e” o la “i”), los cuales también existen en nuestra lengua. ¿Cómo lo solucionamos? Pues inventándonos la diéresis. Así, escribimos “pingüe” “güisqui” (para los que lo escriben así) etc. Reparad en la inconsistencia, todo por mantener “ge” y “gi” igual que “je” y “ji”. Propongo que “ge” y “gi” pasen a escribirse siempre “je” y “ji”, y que “gue” y “gui” pasen a escribirse “ge” y “gi”. Así, no harían falta las diéresis de “güe” y “güi”, se podría escribir “gue” y “gui” simplemente. Esta es la solución que tienen por ejemplo en Italia.

 

En penúltimo lugar, escribiré sobre la “z” y la “c”, que coinciden en “ce” y “ci”. Debo confesar que al principio esta coincidencia me pareció  más bien teórica, y es que virtualmente lo es, porque  no hay casi nada que se escriba “ze” o “zi” que yo sepa. En realidad, me costó encontrar alguna palabra que no fuera topónimo, apellido o nombre (solo se me ocurría Zipi, hermano de Zape). Finalmente, di con dos, zelota (miembro de un grupo radical judío de la época de Jesús de Nazaret) y zigzag, que es una palabra extranjera. Parece ser que las palabras que se escriben con "ze" o "zi" son escasas y extrañas muchas de ellas, por eso creo que es aplicable la misma solución que en el caso de la "w". Podemos escribir "ce" y "ci" para las cosas que no sean nombres o topónimos, y dejar estos como están. En contra de esto se podría argumentar que es ilógico que el mismo sonido se presente con dos letras distintas según aparezcan unas vocales y otras, pero las repercusiones prácticas son mínimas a mi modo de ver. Esto es así porque el escribir “z” y “c” sigue una regla sin excepciones y fácil de aprender, “z” para “a”, “o”, “u”, “c” para las otras dos vocales.  Entiendo que un radical podría defender lo contrario y por ejemplo proponer que “ce” y “ci” se escribieran “ze” y “zi”, pero en este caso yo veo más claro que no merece la pena el esfuerzo para lo poco que se gana.

 

Vamos a pasar ahora al que yo creo es el tema más escabroso, la “k”, la “q” y la “c”, las tres se pronuncian igual, ¿No bastaría solamente una? Además detrás de la “q” siempre viene una letra muda, la “u”, que nunca se pronuncia. Personalmente, eliminaría la “k” de nuestro sistema, y dejaría las otras dos. Digo esto porque apenas hay palabras que se escriban con “k” en nuestra lengua. Pienso en kilo, pero la RAE admite también quilo. A parte de esa, solo conozco kiwi, Kaiser, karate y algunas pocas más. Creo que deberíamos escribir “ca”, “co”, “cu”, “que”, “qui” en todos los casos. En cuanto al  sentido o falta de sentido de mantener la “u” muda después de la “q”, que en su día se pronunció pero ya no, me sitúo igual que en el tema de “ce” y “ci” por “ze” y “zi”, no sería necesario. En efecto, podría escribirse “qe” y “qi” por ejemplo, y así se correspondería perfectamente el sonido con las letras, pero esto aporta pocas consecuencias prácticas, dado que  la regla de la “u” muda sería generalizada: Siempre después de la “q”. Hasta se podría considerar que la letra “q” incluye esa “u”, es decir, que es todo una sola letra que se escribe así, porque siempre van unidas.

 

Una cuestión secundaria al respecto: Existen unas pocas palabras que acaban en “k”, como anorak o kayak. En estos casos, si eliminamos la k, podría escribirse la “k” del final como una “c” simplemente, o más fácil aun, dejar la “k”. Esto es así por la misma razón que antes: El usar la “k” seguiría una regla que no tiene excepción alguna se usa “c” cuando va seguido de “a”, “o”, “u”, “qu” cuando va seguido de “e” o  “i”, “k” cuando va al final de palabra. Ambas soluciones (escribir “c” o dejarlo como está) me parecen acertadas.

 

Finalmente, es conveniente hacer una breve reseña a nuestro sistema de acentos. Personalmente me decantaría por un sistema al estilo italiano: allí solo se acentúan las palabras agudas. Esto permite que siempre sepas cómo se pronuncian las palabras. En italiano el 90% de las palabras son llanas, como las agudas van acentuadas, solo hay posible error con las esdrújulas, que al leerlas puedes creer que son llanas. A primera vista, una solución fácil podría ser que siguiéramos acentuando las esdrújulas, y pasáramos a acentuar todas las agudas, dejando las llanas sin acentuar. Esto permitiría usar los acentos para saber cómo se pronuncia la palabra y evitaría cualquier problema con los acentos.

 

No obstante, este sistema tiene un fallo: Los diptongos. En efecto, si vemos “sabia”, no sabríamos si se pronuncia “sábia” y la “ia” es una sola sílaba, o sabía, y la í está en una sílaba distinta que la a, por lo que también sería llana. En resumen, este sistema falla, ¿Se os ocurre a vosotros alguna manera de sortear este problema o de simplificar el sistema de acentos? Dicho esto, debo añadir que esta cuestión tampoco me parece de primer orden, porque nuestro sistema de acentos también sigue una serie de reglas que no tienen ninguna excepción,  solo que son muy complejas. A la espera de un sistema mejor, servidor se queda con el actual, pero no renuncio por ello a encontrarlo.

 

En cuanto a usar los aceptos para distinguir palabras,  (como en éste y este) no le veo mucho sentido, porque por el contexto puedes entenderlo. Es más, la RAE ya permite desde hace años no acentuar este, ni solo, ni aquellos ni estos ni muchas otras palabras. Estas palabras que se pronuncian igual no necesitan en el lenguaje hablado de ninguna distinción, se deducen por el contexto, así que en el lenguaje escrito podría ser igual. No obstante, tampoco me parece una cuestión perentoria.

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